Entrada propuesta por Francisco F. Muñoz Carabias:
«Si algo nos ha enseñado la pandemia ha sido experimentar de un modo distinto, a veces contradictorio y opuesto, la arquitectura. La arquitectura en su conjunto, desde la ciudad hasta la vivienda. Esta última, en su escala domestica con un uso ampliado y paradójico. Ampliado como lugar de trabajo, deportivo, de ocio, albergando lo habitual hasta entonces como es el descanso, la alimentación, el aseo. Paradójico, al convertirse a la vez, en bastión profiláctico frente al virus, en un espacio de confinamiento preventivo de contagios sin dejar por ello de estar conectados al mundo a través de las redes digitales ya experimentado desde hace tiempo en un contexto de globalización. Un hábitat abierto y cerrado a la vez. Extremando e hipertrofiando los usos para los que no había sido pensado, transformando en esa realidad los que fueron su razón de ser.»
Francisco F. Muñoz Carabias es Profesor Asociado de Composición I y II y Teoría e Historia de la Arquitectura I en la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Alcalá.
Darle la/una vuelta, reajustar, rehacer, adaptarse, contar con lo que tenemos para sobrevivir, afrontar un cambio con nuestra realidad. No tenemos otra.
Una ventana podía ser un hueco de ventilación y de sol, un tendedero, un expositor de flores, para asomarse. También puede se un trozo de mundo y por donde entre el mundo, un lugar de reunión, un lugar donde vivir y poder vivir. Una nueva situación aumenta las posibilidades de uso, de visión y de cambio, de las cosas y de las cosas humanas.
En mi opinión la arquitectura es contener, contener personas, vidas, sus actividades, sus relaciones, sus futuros, sus sentimientos y sus emociones, en definitiva, sus cuerpos. Algo que a mi modo algo esencial, me refiero a nuestros cuerpos, y que por tanto el contenedor debiera de estar a la altura de tan importante contenido.
La pandemia ha cambiado cosas, al menos eso dicen todos, pero ¿ha cambiado la arquitectura? Probablemente no, en mi opinión no. Si muchas personas ya estaban obligas a adaptarse a espacios poco adecuados para la convivencia, para la movilidad, para la mejora personal, ahora hemos tenido que adaptarnos al nuevo o nuevos puestos de trabajo, las nuevas aulas, a los nuevos ambulatorios u hospitales.
¿Estas adaptaciones permanecerán? En estos momentos parece que algunas de ellas sí. Cómo gestionaran los habitantes de nuestras ciudades estos cambios en un corsé rígido, como nos afectaran estos cambios en nuestra burbuja personal, nos ocasionarán estrés y tensiones.
Si vivimos en un cajón rígido, diseñado para que el centro de la vida sea el salón, por supuesto con todas las infraestructuras para que la TV presida la vida colectiva, TV de los antivalores. Ha desaparecido casi totalmente la mesa de la cocina como centro de reunión y de vida. En esto creo que el diseño tiene algo que ver. También tiene que ver la reducción paulatina del tamaño de las ventanas, razones de costes, eso dicen, más bien convierten los costes materiales en costes ocultos que pagará el inquilino. Bueno, todo sea por la ética del dinero y el beneficio.
En esta arquitectura funcional, encuentro cosas que no funcionan, la que más me importa es la de la convivencia y los espacios comunes destinados a convivir. Cierto que somos individualistas, pero no se me ocurre como no serlo, todo está diseñado para serlo. En el interior y en el exterior, este último diseñado para no se sabe qué. El exterior es tan importante como el interior, por complementarios y necesarios. ¿Tiene la arquitectura algo que decir sobre los espacios de convivencia?